Cuando te vayas no hace falta que apagues la luz, siempre me ha gustado la claridad, por eso te elegí a ti. No me dejes una carta emborronada con excusas, que prefiero una hoja en blanco con la historia por escribir. Llévate tu compasión reflejada en tu mirada y regálame una última de tus sonrisas. No mires al suelo y me digas que no encuentras palabras, busca momentos en mi mirada. No dejes que nadie se compadezca de ti, haz que sientan envidia. Guarda cada uno de nuestros recuerdos intactos, y si alguno se te olvida, vuelve a mi y pídeme que lo revivamos juntos. No busques justificarte, júrame que no te arrepentirás. Entonces yo te rogaré que no me olvides y sonreiré, sí, siempre dices que eres incapaz de negarle nada a mi sonrisa
